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| Espero que lo disfruten |
EL CUENTO DEL ABUELO
En la inmensidad del mar, gigantescas
olas acompañadas por fuertes vientos sacudían con violencia aquel pequeño y
desgastado bote, mientras que en una esquina de este se encontraba Tom,
sujetando su delgado cuerpo como si fuese una sanguijuela. En la parte trasera
estaba su robusto hermano mayor, Peter, intentando encender el motor del bote;
pero este no respondía.
El pequeño bote se balanceaba de un lugar
a otro como si fuese sacudido por la furia del mismo dios del mar, Poseidón. De
repente, como de la nada, una gran ola apareció frente a ellos; éstos la
observaron como una rana cuando está a punto de ser engullida por una
serpiente. El impacto de la ola fue tan fuerte que derribó aquel viejo bote
haciéndolo pedazos.
Cuando parecía que los dos hermanos
habían sucumbido frente a la fuerza implacable del mar, Tom, de repente,
emergió de las profundidades de aquel furioso monstruo.
-¡Hermano! ¡Dónde estás! -gritaba con
desesperación- ¡PeterüDónde estás! ¡Peter! ¡Dónde estás!
Las olas lo llevaban de un lugar a otro y
éste continuaba gritando el nombre de su hermano como loco: ¡Peter! ¡Peter!
¡Peter! De pronto, una segunda ola, la cual era de mayor tamaño que la primera,
comenzó a formarse frente a él; ésta parecía una montaña inmensa la cual lo
fulminaría reduciéndolo a nada. Cuando estaba a punto de aplastarlo Tom gritó
el nombre de su hermano una vez más: ¡Peter! De repente, en medio de todo esto,
se escuchó el sonido de un viejo y desgastado silbato: ¡Piiiiiii! ¡Piiiiiii! ¡Piiiiii!
Fue entonces cuando Tom despertó asustado y sudado, dando un gran
salto en la cama.
-¿Tuviste una pesadilla? -preguntó Peter.
-Sí, hermano, pero fue bastante intensa -contestó Tom en
voz baja y mirando al piso, como tenía por costumbre.
-No te preocupes, sólo fue un mal sueño —dijo Peter con
seguridad. -Eso espero —contestó Tom en. voz baja.
—Casi lo olvido, feliz cumpleaños, hermano —dijo Peter
mientras lo abrazaba.
-Gracias, hermano -contestó Tom en un tono seco. —Espero
que las cosas cambien ahora que cumples 18 —dijo Peter mirándolo fijamente.
-Igual yo -contestó Tom entre dientes y bajando la
mirada.
Estos dos hermanos
vivían en un pequeño pueblo de pescadores. Su padre fue un gran pescador, el
cual le enseñó a Peter todo acerca del mar y sus peligros; por otro lado,
Tom apenas lo recordaba, ya que éste desapareció en alta mar una noche de
tormenta cuando él era un niño. Al crecer, desarrolló un gran temor al mar y a
muchas otras cosas. Todos en el pueblo decían: "Él es como un pequeño gato
asustadizo". Con frecuencia se le veía caminar por las calles del pueblo
cabizbajo y con la mirada perdida. En otras ocasiones, caminaba observando a
todos lados como si estuviese siendo perseguido.
Tom era un joven de
baja estatura y bastante delgado, además de ser el más asustadizo de todo el
pueble^ siempre temeroso hasta de su propia sombra. Por esta razón apenas salía
a cumplir con su labor como repartidor. Por el contrario, su hermano mayor,
Peter, era un joven alto, atlético, además de ser un valiente y temerario
pescador que siempre regresaba contando historias acerca de las asombrosas
aventuras que tenía en el mar, y los peligros que enfrentaba diariamente.
Una lluviosa mañana
de verano, luego de una larga conversación, Tom fue convencido por su hermano
mayor para ir a pescar. Mientras subían al viejo bote, su corazón latía tan
salvajemente como un tambor tribal, y su rostro denotaba preocupación.
— No te preocupes, todo estará bien —dijo Peter mientras
le sonreía. — No creo que esto sea una buena idea —le dijo Tom casi entre
dientes. -¿Por qué lo dices? —preguntó Peter intrigado.
-¡Dios mío'.-exclamó Peter atemorizado.
-¡Te lo dije! -dijo Tom espantado.
Mientras que Tom yacía, atemorizado, en una esquina del
bote, Peter intentaba encender el motor; él pretendía llevar el bote contra la
corriente, pero su esfuerzo era inútil; los vientos eran muy fuertes, las olas
lo sacudían con fuerza.
De pronto, el miedo se adueñó de Peter.
- Hermano, esto es inútil, no saldremos vivos de esta
-dijo Peter asustado.
Después de decir
estas palabras, Peter apagó el motor, luego se refugió en la misma esquina
donde estaba su hermano menor. Al ver esto, Tom se llenó de incertidumbre, le
comenzó a faltar el aire, sus temores lo abrazaron como si fuesen los tentáculos
de un pulpo; finalmente uno de sus grandes miedos se hacía realidad; estaba en
el medio de la mar enfrentando una tormenta de la cual no parecía haber
escapatoria.
-Esto es sólo un sueño. Estoy soñando. En unos minutos
escucharé el viejo silbato y despertaré en mi cama -decía Tom repetidamente
entre dientes mientras frotaba sus manos una y otra vez. El esperaba escuchar,
en cualquier momento, el sonido de aquel viejo silbato que su hermano utilizaba
para despertarlo cada mañana; pero parecía que esta vez toda era muy real.
Mientras escuchaba el
bramido del mar y veía las olas, Tom observa a su intrépido hermano asustado, a
su lado. Este se había dado por vencido, había perdido las esperanzas. Durante
varios minutos toda clase de pensamientos catastróficos pasaban por su mente,
entre ellos la idea de que sus cuerpos desaparecerían en el mar, como pasó con
su padre.
Tras pensar todas
estas cosas, él recordó las palabras que su padre le dijo la última vez que lo
vio: "Todo estará bien; sólo debes ser fuerte y valiente sin importar
cuánto miedo sientas; recuerda que tus temores sólo te dominan si se lo
permites". Tom respiró profundo y volvió en sí después de recordar estas
sencillas palabras dichas por su padre. El comenzó a ver una pequeña luz en medio
de toda esta oscuridad, la cual provenía de lo más profundo de su corazón; esta
era alimentada por su deseo de sobrevivir a toda aquella adversidad. Entonces,
sacó fuerzas de flaqueza, sus cuerpos estaban todo empapados por el agua, los
violentos vientos y las fuertes olas los sacudían de un lugar otro como si
fuesen juguetes.
-Hermano, estaremos bien. Ya lo verás —dijo Tom con voz
firme.
-Será inútil, hermano -dijo Peter asustado.
—No digas eso, lo lograremos —contestó Tom con gran
seguridad.
-Estamos perdidos -dijo Peter mientras lloraba.
—No podemos darnos por vencido -dijo Tom con seguridad.
Tom encendió el
motor, mientras que Peter tomó el control del bote; luego se sujetaron de donde
pudieron con todas sus fuerzas; los dos hermanos se sentían como una presa
indefensa frente a una fiera salvaje segundos antes de ser devorada.
-Hermano,
esto es inútil —dijo Peter con voz agitada.
—No digas eso —le gritó Tom.
-Pero es la verdad, estamos perdidos -replicó Peter.
-Estaremos bien; sólo debemos ser fuertes y valientes sin
importar cuánto miedo sintamos —dijo Tom mirándole a los ojos.
Los fuertes vientos,
acompañados de las enormes olas, los amenazaban a cada segundo. Ellos temían
por sus vidas, pero ese miedo se había convertido en un poderoso combustible y
les había dado fuerzas para enfrentar la furia de la tormenta; en sus corazones
tenían la esperanza de llegar sanos y salvos a tierra firme.
Cuando parecía que lo
lograrían, como de la nada, una fuerte ola los embistió, sacando a Peter del
bote. Al ver esto, su hermano menor se asustó mucho; no sabía qué hacer. Una
vez más se concentró en la tormenta, también en la idea de que no
sobrevivirían, mientras que su hermano mayor, el cual se ahogaba, le pedía
ayuda; pero Tom estaba paralizado por el miedo. De pronto recordó las palabras
dichas por su padre: "Todo estará bien; sólo debes ser fuerte y valiente
sin importar cuánto miedo sientas. Recuerda que tus temores sólo te dominan si
se lo permites". Después de unos segundos, Tom reaccionó.
Luego se dispuso a ayudar
a su hermano lanzándole un salvavidas, y cuando estaba a punto de subirlo al
bote, una segunda ola de gran tamaño y fuerza los embistió lanzando a Tom fuera
de la embarcación. El bote se sumergió frente a los ojos asombrados de ambos,
dejándolos en medio del mar sin nada más que ellos mismos. Se abrazaron y se
prepararon para el terrible destino que les esperaba.
En ese momento otra
gran ola, la cual parecía haber sido provocada por la furia del mismo dios del
mar, Poseidón, se formó frente a los aterrados ojos de estos hermanos y les
cayó encima con toda su furia, haciéndolos desaparecer entre aquellas aguas.
Una vez más, Tom despertó en su cama después de escuchar
el sonido de aquel viejo silbato, —¿acaso era posible? —se preguntó él.
-¿Todo aquello fue sólo una pesadilla? -se preguntó él.
—¡Pero no puede ser, todo se sintió tan real! -continúo
diciéndose a sí mismo.
—¿Cómo te sientes hermano? -preguntó Peter con una
sonrisa en el rostro.
—Un poco cansado, pero tuve una pesadilla muy extraña —le
contestó.
-No fue una pesadilla —dijo Peter.
—¿De qué hablas? —preguntó Tom.
-Todo fue real -dijo Peter.
—Fuiste muy valiente —dijo Peter.
—¿Cómo sobrevivimos? —preguntó Tom.
—Nos fueron a rescatar unos pescadores -dijo Peter.
—Otra cosa: tienes tres días acostado, bello durmiente
—continuó Peter.
Después que Tom se
repuso, Peter le contó cómo todos en el pueblo hablaban de lo valiente que
había sido. Nadie comprendía de dónde había sacado la fuerza interior para
enfrentar esa situación de la manera que lo hizo. La verdad es que Tom tampoco
lo entendía del todo; simplemente se había elevado por encima de todos sus
temores.
El, finalmente, había comprendido que nuestros miedos no
son más que un producto de nuestra ignorancia; que éstos están en nuestra mente.
Pero la lección más importante que aprendió fue que el miedo es una elección.
Con el paso del tiempo cuando las personas le preguntaban
cómo él, siendo tan temeroso, fue capaz de luchar contra la tormenta, meditaba
por unos segundos en las palabras dichas por su padre la última vez que lo vio:
"Todo estará bien; sólo debes ser fuerte y valiente sin importar cuánto
miedo sientas. Recuerda que tus temores sólo te dominan si se lo
permites". Luego él, con una gran sonrisa les contestaba: "Si hubiese
sabido que era tan valiente no me hubiese sentido tan cobarde".

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